APARATO DIGESTIVO
En los animales, la función
primordial del aparato digestivo consiste en transformar los alimentos en
moléculas utilizables por las células del cuerpo para mantener su actividad
vital.
Dentro de las moléculas
necesarias para el metabolismo celular, que, por tanto, deben ser incorporadas
al organismo, se encuentran moléculas carbonadas (hidratos de carbono y
lípidos), moléculas nitrogenadas (proteínas), sales minerales, vitaminas y
agua.
La función digestiva requiere de
un proceso de captura e ingestión, para el que los insectos han desarrollado
sistemas muy diversos, con gran variedad de modificaciones en sus piezas
bucales. Esto les permite disponer de prácticamente cualquier tipo de alimento,
en el caso de piezas bucales muy polivalentes, de insectos “generalistas” o
especializarse en un tipo determinado de alimento, en el caso de los insectos
“especialistas”.
En la transformación posterior de
estos alimentos en moléculas sencillas, y la absorción y transporte de éstas
hacia el medio interno, está directamente implicado el aparato digestivo, que,
entre los insectos, presenta una elevada homogeneidad en cuanto a su
complejidad y a las estructuras que lo componen.
ESTRUCTURA GENERAL Y
FUNCIONAMIENTO
En los insectos, como en el resto
de los artrópodos, el aparato digestivo es largo y recto, y consta de tres
partes:
• Estomodeo. Parte anterior que
deriva del endodermo.
• Mesentéreon. Parte media.
• Proctodeo. Parte posterior.
Formada por íleon, colon y recto.
Asociadas con los apéndices
bucales están las glándulas salivares, encargadas de reblandecer el alimento
sólido, y en algunas especies que contienen enzimas, de iniciar la digestión
química. En su región media, el tubo digestivo puede:
• Estar recubierto de una
membrana quitinosa, la membrana peritrófica. Esta membrana es secretada por las
células epiteliales que componen el mesentéreon en su parte más interna.
• Englobar el alimento sólido con
fragmentos suelto de esta membrana, mientras atraviesan el tubo.
• Proteger al epitelio de los daños abrasivos producidos por
la digestión química.
• Proteger contra la acción de patógenos.
• Favorecer el paso del alimento hacia el proctodeo. En
muchas especies esta membrana peritrófica se proyecta también hacia la parte
posterior del tubo, donde engloba las heces.
Los insectos han desarrollado diferentes estructuras
especializadas de acuerdo con la gran variedad de hábitos alimenticios que
poseen. La estructura típica es aquella en la que el la parte anterior del
aparato está formada por faringe, esófago, buche (lugar de almacenamiento) y
proventrículo. El proventrículo regula el paso del alimento en la parte media
del digestivo y lo hace, bien a través de una válvula que fuerza el paso de
alimentos semilíquidos en el caso de los insectos suctores, o bien mediante un
órgano denominado molleja. Este órgano tritura los trozos de alimento grueso
ingerido por los insectos masticadores. En su interior, la molleja posee
fuertes dientes y superficies molientes que son frotadas entre sí por potentes
músculos.
Entre la zona anterior y media
del tubo, existen unas evaginaciones que forman los ciegos gástricos, cuya
función es la de incrementar la superficie de digestión y absorción del
alimento. En algunos insectos, la presencia de microorganismos (bacterias y
protozoos) en los ciegos gástricos facilita relaciones de mutualismo.
Ya en la zona posterior del tubo
digestivo, se regula la composición de las heces, y se absorbe aún algún
nutriente. Es aquí donde ciertos insectos que se alimentan de madera (termitas,
etc), digieren la celulosa gracias a las enzimas que producen los protozoos y
las bacterias que habitan en esta parte del tubo digestivo. Además, en la
mayoría de los insectos, en el proctodeo se abren los túbulos de Malphigi,
implicados en la excrección y la osmoregulación.
Por último, hay que mencionar que
en el hemocele de algunos insectos se localizan cuerpos grasos, cuya función es
la de almacenar sustancias de reserva, en especial glucógeno; muchos insectos
no se alimentan en su estado adulto, y lo hacen exclusivamente en estado
larvario o juvenil, a partir de las sustancias almacenadas en estas estructuras.
APARATO EXCRETOR
Al igual que en el resto de los
animales, el metabolismo celular de los insectos genera una serie de productos
de desecho, en su mayoría derivados nitrogenados, cuya su eliminación es
esencial debido a su elevada toxicidad. Por ello, deben ser expulsados al
exterior, ya sea directamente o disueltos en la hemolinfa, que los transporta
hasta los órganos excretores especializados. Estos órganos se encargan de
extraer los desechos del líquido circulante y de expulsarlos al exterior.
Los insectos son organismos
amoniotélicos, ya que expulsan los productos nitrogenados en forma de sales
amónicas. Este sistema de excreción es típico de los invertebrados y animales
acuáticos, que disponen de gran cantidad de agua para diluir los desechos y
expulsarlos con rapidez.
OSMORREGULACIÓN Y EQUILIBRIO IÓNICO
La excreción implica que los
elementos a expulsar provienen del metabolismo celular y se diferencia de la
defecación sensu estricto, que es sólo un proceso físico de expulsión del
alimento después de viajar desde la boca hasta el ano.
Los insectos defecan, en forma
líquida o a modo de pequeñas estructuras secas que contienen restos de comida
no digerida y metabolitos de la excreción.
El sistema excretor es un lugar
de potencial pérdida de agua, ya que inicialmente los productos de desecho se
eliminan disueltos. Este problema se combina en los insectos terrestres con el
del tamaño. Al ser pequeños, su relación superficie-volumen es grande, por lo
que aumenta el riesgo de perder agua. Si hablamos de los insectos voladores la
amenaza es aún mayor, ya que el vuelo es el medio de locomoción que demanda más
actividad metabólica y, por tanto, produce más desechos que han de ser
eliminados.
Esta pérdida de agua facilita
también la eliminación de determinados iones disueltos en ella, como K+, Cl-,
etc, que son esenciales para el organismo. Es por esto que antes de la
eliminación de los desechos, debe producirse una reabsorción selectiva de los
elementos importantes. La producción final de orina en los insectos se produce
gracias a la consecución de dos procesos íntimamente relacionados: excreción y
osmorregulación.
El problema de la conservación de
agua, y la existencia de diferentes ambientes (acuático, terrestre, etc) han
forzado que, a lo largo de la evolución, se seleccionen nuevas estructuras
(diferentes en función de la presión selectiva ejercida por el ambiente en cada
caso) para la eliminación de los productos de desecho metabólicos.
LOS TUBOS DE MALPHIGI
Los organismos terrestres
solventan el problema de la pérdida de agua gracias a los tubos de Malphigi (o
Malpigio). Se trata de unas expansiones de la parte media posterior del tubo
digestivo, tubulares y ramificadas. Éstas, cuelgan hacia el interior de la
cavidad del cuerpo de los hexápodos (hemocele), de modo que los extremos
distales cerrados quedan en la cavidad y entre los órganos del insecto.
Como los insectos no tienen una
presión del líquido circulatorio (hemolinfa) lo suficientemente alta para
llevar a cabo una filtración típica, se utilizan procesos osmóticos para lograr
los mismos resultados.
De forma resumida, el
funcionamiento del tubo de Malphigi es el siguiente:
2. Este gradiente osmótico que se
mantiene permite la entrada de forma pasiva de agua y otros solutos (azúcares y
la mayoría de los aminoácidos) disueltos desde la hemolinfa a los tubos y de
ahí al interior del tubo digestivo.
3. Una vez dentro, el agua y las
moléculas valiosas (Cl-, azúcares, etc) son reabsorbidas de manera selectiva
atravesando la fina pared de células del tubo, de nuevo hacia la hemolinfa. El
resto de los solutos (sustancias orgánicas no metabolizadas) se mezclan dentro
del tubo con los que provienen de la digestión.
4. La reabsorción de las
moléculas indispensables para el organismo se lleva a cabo por células
especiales presentes en zonas engrosadas del recto, denominadas glándulas
rectales.
ELIMINACIÓN DE PRODUCTOS
NITROGENADOS
El nitrógeno procedente de la
ingestión de proteínas y su posterior digestión, produce en los insectos gran
cantidad de desechos nitrogenados que, de acumularse, serían tóxicos para el
organismo. Por ello, los insectos acuáticos excretan grandes cantidades de
amonio, mientras que los terrestres eliminan generalmente ácido úrico y/o sales
derivadas (uratos), combinadas con urea, pteridinas, algunos aminoácidos, etc.
Los distintos métodos de
eliminación, están íntimamente relacionados con la necesidad de agua que
requiere cada molécula nitrogenada para su eliminación. Así, el amonio es
relativamente tóxico y puede ser excretado en dilución acuosa o volatilizado a
través de la cutícula. La urea es menos tóxica pero más soluble, por lo que
requiere mayor cantidad de agua para su eliminación. Por el contrario, el ácido
úrico y los uratos requieren menos cantidad de agua para su síntesis y
eliminación, no son tóxicos, y pueden ser excretados en medio seco, sin causar
problemas osmóticos en el organismo.
0 comentarios :
Publicar un comentario