LA CABEZA EN LOS INSECTOS
Como en los demás animales de simetría bilateral, la parte anterior,
por ser la primera en contacto con el medio, está relacionada con sensibilidad
y captura de alimentos. También como en otros seres bilaterales, se observa una
diferenciación de la cabeza, con desarrollo de receptores a distancia y de un
sistema traductor e integrador de ubicación próxima a ellos. Este desarrollo y
especialización es apreciablemente mayor que en otros grupos de artrópodos,
como Crustacea o Arachnida, donde no hay una separación neta de cabeza y tórax,
y la mayor masa nerviosa está relacionada con la base de los apéndices
torácicos. La organización cefálica de los insectos puede ser comprendida
tomando en cuenta estos dos aspectos; ambos dependen de manera muy particular de
la mantención de formas aunque con requerimientos distintos; mientras las
necesidades de captura e ingestión de alimento requieren de musculatura
poderosa y de puntos de inserción fijos (Fig. 1-8), las conexiones nerviosas
exigen posiciones geométricas muy definidas, que son críticas para su correcto
funcionamiento.
En la cabeza el tegumento se encuentra esclerosado, formando
una cápsula continua que mantiene una forma constante, soporta órganos
sensoriales fijos tales como ojos y pelos táctiles, o receptores químicos y
móviles que corresponden a antenas primariamente olfativas, un cerebro
integrador formado por tres masas nerviosas y los apéndices móviles, relacionados
directamente con la alimentación.
Figura 1-8. esquema generalizado de la musculatura de las mandíbulas indicando el efecto deformante de su acción sobre la cabeza. a) punto de inserción de la musculatura (original).
Refuerzos cuticulares particulares, de resistencia mecánica,
se encuentran en la cabeza alrededor de las principales aberturas de la cápsula
e impidiendo la deformación originada por contracción de la musculatura propia
de las piezas bucales. Tal es el caso de las suturas antenal, orbital, ocular, occipital,
subgenal y epistomal, además de una sutura frontal (Fig. 1-9).
La sutura antenal o alveolar, origina un pequeño cóndilo articular
y una membrana que hacen posible los movimientos del primer segmento antenal,
llamado escapo. Este primer segmento alcanza generalmente un desarrollo mayor
que el resto y contiene la musculatura que mueve la parte distal de la antena,
que ha sido llamada flagelo, dividida en anillos o flagelómeros; el flagelo
tiene desarrollo variable y modificaciones con un significado funcional
específico relacionado a una mayor superficie, así, en varias especies, se
presentan más desarrolladas o ramificadas en los machos (Fig. 1-10).
La sutura orbital presenta una inflexión cuticular apreciable,
que aloja parte de la capa retiniana del ojo. El forámen magno, en la región
posterior, se encuentra reforzado por dos suturas (occipital y postoccipital),
la más posterior se proyecta internamente (impresión tentorial), originando los
brazos posteriores del tentorio y separa un área postcervical que lleva un
cóndilo a cada lado para los escleritos cervicales.
Figura 1-9. Diagrama de la cabeza de un insecto. A. vista frontal y B. vista lateral. a) sutura coronal. b) sutura frontal. c) ocelo. d) ojo compuesto. e) base de la antena. f) articulación mandibular. g) sutura epistomal. h) frente. i) clípeo. j) vertex. k) sutura postoccipital. l) labio.
La gran abertura de la cápsula cefálica para las piezas bucales
e ingreso al tubo digestivo se encuentra reforzada por la sutura peristomal, cuyos
segmentos anterior, lateral y posterior reciben nombres distintos. La parte anterior
de esta sutura (llamada epistomal) se aparta del margen, acercándose algo a los
alvéolos antenales, con un diseño especialmente interesante, ya que impide
deformaciones tanto en el plano vertical como horizontal y separa un esclerito
(= clípeo) donde se inserta musculatura dilatadora del cibario. Lateralmente, la
sutura refuerza la articulación de la mandíbula (sutura genal o pleurostomal),
y posteroventralmente, aumenta la resistencia para otras piezas bucales móviles
(sutura hipostomal). La sutura ecdisial refuerza un área dilatable, flexible,
que se rompe en los juveniles para permitir la salida de la cabeza durante la muda
de piel. Típicamente tiene la forma de una Y invertida, donde se distingue un segmento
dorsal (sutura coronal) y dos brazos laterales (sutura frontal). La permanencia
de esta sutura en insectos adultos es bastante variable, resultando homologías
difíciles de establecer; en un buen número de grupos se mantiene una única
línea que es llamada línea frontal.
Desde el punto de vista morfológico, las suturas clásicamente
han llamado la atención, por permitir reconocer áreas topográficas (= escleritos),
que tienen importancia funcional por ser superficies de origen de músculos (la inserción
de aquellos que mueven apéndices, en cambio, es puntual). La nomenclatura de estas
áreas se indica en la Figura 1-9. La funcionalidad de las suturas sólo puede
ser bien apreciada en la observación directa de ejemplares, lo mismo sucede con
el tentorio (Fig. 1-11), sin embargo, el rol de este último puede ser
visualizado, en líneas generales, como mecanismo interno de resistencia a deformación
y como punto de inserción de varios músculos: adductores ventrales de mandíbulas,
maxilas, labio, retractor de la hipofaringe, dilatador de la cavidad preoral (=
cibario) y de la faringe. El tentorio formado por invaginaciones de la cutícula
cefálica presenta, a menudo, algunas proyecciones laminares dorsales que van a
fijarse en la vecindad de los alvéolos antenales.
Figura 1-10. Formas de antenas: a)
filiforme (Cerambycidae), b) moniliforme (Tenebrionidae), c) clavada
(Coccinellidae), d) serrada (Elateridae), e) setiforme (Odonata), f) pectinada
(Pyrhochoridae), g) flabelada (Sandalidae), h) aristada (Muscidae), i) lamelada
(Scarabaeidae), j) plumosa (Culicidae macho), k) geniculada (Chalcididae) (Modificado
de Borror & Delong, 1989).
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